Siento un extraño cosquilleo en las manos, como una extraña necesidad. Después pienso y caigo: ellas también te echan de menos.
Echo la vista atrás e intento recordar cosas, saber en que momento exacto comenzó todo. Empiezo a recordar esos días que pasabamos hablando, aunque fueran bromas, risas o simples chorradas. Recuerdo todas esas sonrisas que se me quedaban grabadas. Y así uno tras otro, hasta que un día sin quererlo, escribí tu nombre en un papel.
Sí, fue ese día. El día en el que todo lo de mi alrededor empezó a cobrar vida, el día en el que algo encendió esa felicidad en mí, el día que deseaba con todas mis fuerzas que tu sintieras lo mismo. Sí, ese fue el día.
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