domingo, 29 de diciembre de 2013

Por seguir caminando sin ir a ningún lado.

-"Hay veces que las cosas sencillamente son inevitables..."
He perdido la cuenta de las veces que esa frase ha recorrido mi cabeza de un lugar a otro sin rumbo fijo en lo que va de día. ¿Cosas inevitables? Jamás llegué a comprender lo que significaba hasta que tus ojos me miraron fijamente por primera vez, hasta que una hermosa sonrisa salió de tus labios para corresponder a la mía... ¿una sonrisa? Yo no recuerdo haber sonreído.
Es entonces cuando conseguí alcanzar un espejo para comprobar que aquel reflejo era lo que yo tanto temía: esa cara de aturdimiento total ante una persona.
A partir de ese momento decidí que eso debía cambiar, que yo no podía continuar así. Es demasiado duro depender de tu mirada dulce y cariñosa, de tu sonrisa arrebatadora o de tus abrazos cálidos. Y para qué mentir... yo no lo soporto. Es mucho tiempo el que llevo así, perdida. Perdida en este camino oscuro y frondoso, en este camino en el que estoy segura de que no me llevará a ninguna parte. No es solo ese sentimiento el que me aturde ahora mismo; la impotencia y la debilidad no deja de apoderarse de mi cada vez que te tengo cerca. Es por ello por lo que esto debe terminar.
Alguien me enseñó de pequeña que el corazón de las personas se asemeja a un vaso de cristal. Pero no a un vaso de cualquiera, si no al mejor vaso de cristal que jamás hayas podido ver; sí, ese que con tanto esmero había sido tallado sobre el cristal. Ese vaso, como todo cristal, es una pieza demasiado frágil si se coloca en unas manos equivocadas. Y es una pieza elaborada con muchísimo esmero por su creador. Y por eso nunca debo olvidar que mi corazón es un gran vaso de cristal que mi madre tardó meses en tallar, un gran vaso que no estoy dispuesta a ver roto en segundos por seguir caminando sin ir a ningún lado.




miércoles, 4 de diciembre de 2013

La vida está para sonreír y ser feliz, no para llorar las penas.

Una vez alguien me dijo: "La vida está para sonreír y ser feliz, no para llorar las penas."
Y la verdad es que cuando lo escuché creí que era una idea algo descabellada pero, poco a poco descubrí que cada persona es un mundo totalmente distinto, que a cada persona le afectan las cosas a su manera. Pero que eso no significa que cada uno no encuentre su propio equilibrio. Que cada uno no sea capaz de ser feliz a su manera, sin depender de nadie. Esa es la verdadera clave para ser feliz.: tener la capacidad de ser independiente en tu propia felicidad. La vida es demasiado corta como para vivirla apenada.
La sonrisa llena a una persona de vitalidad y los problemas, es decir, esas piedras que nos encontramos a diario en nuestro camino, deberían conseguir hacer de nuestra sonrisa, una pieza imborrable en nuestra cara. Así pues, cada vez que te encuentres con una piedra o un muro en tu camino, no importa el tamaño. Deberíamos aprender de ellos, creer que somos capaces de superarlos y en vez de caernos, conseguir volar más alto... volar más allá del límite que la gente suele ponerse a diario.
La felicidad es algo ansiado, pero cuando se consigue, esa sensación de satisfacción y de plenitud, consigue que cualquier esfuerzo que se haya hecho anteriormente, haya merecido la pena.