lunes, 24 de diciembre de 2012

Despedidas.

Las despedidas no son fáciles, nadie dijo que lo fueran. A veces resultan duras, tener que decirle adiós a todo lo que componía tu vida, a esa persona por la cual sonreías cada día, a esa persona por la cual estabas dispuesta a darlo todo.
Cuando debes decirle adiós, sufres, lloras y lamentas. Todo se te viene encima. Nadie puede consolarte y empiezas a preguntarte "¿Alguien que me rescate? Que venga a por mi y me recoja en sus brazos amables, que me diga que hoy soy especial, que me apriete fuerte y me sonría con ternura y amor... ¿es mucho pedir?"
Es entonces cuando te das cuenta de que ya no es a él a quien extrañas si no a ese sentimiento de calor y confort. Tomaste una decisión y fuiste consecuente. Todo llega, a su debido tiempo pero todo llega. 
Y es justo en ese momento cuando te das cuenta de que ya no le necesitas, que tu dependencia hacia él se terminó. Porque él pudo ser lo mejor de tu vida durante un periodo largo de tiempo pero ya es hora de sacar ese coraje interior, de mirarte en el espejo y decir "tú sabrás lo que te pierdes". 
Se feliz y no dependas de nadie que no hay cosa que más necesites que a ti misma.

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