viernes, 22 de agosto de 2014

Dentro de mi misma.

A veces cuando me refugio en la oscuridad de mi cuarto, bajo el cobijo de mi almohada, la realidad empieza a caer como un plomo sobre mí. 
No es que no me guste la realidad en la que vivo. Es mi realidad, lo que yo me he construido, lo que yo he criado... pero aún así, es inevitable pensar que a veces se estuvo mejor.
Si algo extraño de una época de mi vida en la que me consideré feliz, es aquella sensación de PLENITUD. Aquella sensación de sentirme viva, de estar en sintonía conmigo misma y con el mundo. Bueno.. seamos sinceros: conmigo misma no estaba en sintonía 
Pero no fue mi culpa. Me dejé influenciar demasiado por alguien que no me convenía, por alguien de quien estaba enamorada. 
Y entonces, pensando en esa época de mi vida (dejando de lado aquel descontrol interno que tenía conmigo misma) me pregunto si lo que provocaba aquella sensación de PLENITUD era aquel sentimiento tan intenso que irradiaba por los poros o si, realmente, era aquella persona la que conseguía que todo fuese una sinfonía perfecta.
Supongo que no era el momento, ni tampoco la persona. Antes buscaba de una forma un tanto anhelante esa sensación. La buscaba a cualquier hora, en cualquier lugar, sobre cualquier persona. Pero entonces... sólo entonces, me dí cuenta de que estaba cometiendo un error bastante grave, un error que me impedía volver a encontrarla: Aquella sensación de plenitud había existido siempre, se hallaba en las personas que me rodeaban a diario, en familias y amigos. 
Pero sobretodo, el gran fallo fue no empezar a buscar esa sensación dentro de mi misma.


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