jueves, 16 de octubre de 2014

Contigo o sin ti.



Ya no sé qué más hacer para borrarte de mi mente, para dejar que aparezcas siempre que te viene en gana. Solían decirme que la única persona que debe ser capaz de controlar mi vida, no es otra que yo misma. Pero creo yo, que aquellos que sentenciaron tales palabras, no conocían el sonido de tu risa. También creo que desconocían el olor de tus abrazos, o el color de tus ojos.
Son ya tantas y tantas veces las que he estado recreándolos en mi cabeza que ya no distingo realidad de imaginación, que ya no distingo cuando algo está mal o no.
Era fuerte, o al menos eso creía. Por supuesto que no era de hojalata, ni me había convertido en una roca dura y firme. Peor al menos había aprendido a valorarme a mi misma... aunque fuese solo un poco.
Me costó meses salir de aquel pozo tan profundo en el que llegué a encontrarme, me costó empezar a escalar ignorando las heridas que se me formaban con cada paso que daba en la subida. En ese momento sólo pensaba en la increíble sensación que se extendería por cada poro de mi piel cuando consiguiese volver a recuperar las riendas de mi propia vida.
Y cuando ya había conseguido recuperarlas y aprender a controlarlas, llegaste tú. Llegaste tú rompiendo todos y cada uno de los esquemas que se formaron en mi mente mientras ascendía de aquel oscuro y frío sitio donde estaba. 
Sé que debo alejarte de mi, recordar quién fui para no volver a cometer los mismos errores....y a veces lo consigo. Otras sin embargo, se me hace imposible. 
Así pues, solo te pediré una única cosa más: devuélveme las riendas de mi vida. Contigo o sin ti, me da igual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario